La Varicela es una enfermedad infecciosa, que cursa en tres fases:
La primera es la de incubación y dura aproximadamente 10 días. En esta fase puede no haber síntomas, aunque lo habitual sería pasar un cuadro catarral leve, con picor de garganta, malestar, etc.
Posteriormente, aparece un incremento de temperatura de algunas décimas, asociado a malestar general. Esta fase dura uno o dos días.
Finalmente, la fiebre aumenta a más de 38º, acompañada de profundo malestar y dolores musculares. Es en esta tercera fase cuando aparece el típico sarpullido, es decir, las lesiones en la piel en forma de vesículas con contenido líquido en su interior, con un halo rojizo alrededor y que causan mucho picor. A los 2 a 4 días se convierten en costras y de 4 a 6 días más tarde, se desprenden sin dejar cicatriz.
La varicela es altamente contagiosa y se propaga fácilmente a través del aire cuando una persona que la padece, tose o estornuda. También se puede contagiar por contacto con las ampollas de una persona infectada. El periodo de contagio se extiende desde 1 a 2 días antes de que la persona infectada presente el sarpullido, hasta que todas las ampollas hayan formado costra.
Una vez contrída, se deben tener muy limpias las manos y las uñas para evitar la infección en el rascado, que se debe siempre evitar. Las duchas son buenas, procurando no reventar las vesículas y, por ello, no se debe frotar con la esponja o toalla.
La vacuna contra la varicela es una forma más segura de adquirir inmunidad. Asegúrese de que usted y sus hijos están vacunados. En cualquier caso, si la vacuna se administra en los primeros 5 días del contagio, se favorecerá que los síntomas de la varicela sean menos agresivos.